Tanto los estudios de identidad como de género, queda una duda de ¿dónde se encuentra lo masculino?, es como si lo masculino o la masculinidad no tuviera ni voz ni voto. Puede que sea una percepción muy simplista de mi parte, pero al sólo instante que se menciona género, o se realiza una búsqueda superficial en google, brotan todas las teorías feministas, toda su historia, sus luchas, sus reivindicaciones y resistencias, y vuelve y aparece la pregunta ¿dónde queda el hombre? esta sepultado para el feminismo, se le castiga por haber padecido el accidente la universalización.
En los procesos sociales y políticos de los últimos siglos se asocia el género a lo femenino, sin darle un espacio a lo masculino, lo masculino es el sexo, lo domínate, lo universal, y como universal ya no se estudia, se critica, se debate se evalúa, sin tener una perspectiva de que es lo masculino, sin tener una incorporación de las masculinidades en el desarrollo de las teorías feministas, o estudios de identidad o las mismas teorías de género.
En este informe etnográfico trato de hacer una reflexión y una reivindicación a lo masculino, romper con la tradicional mirada del género que se evoca a lo femenino, y a la generalización de los hombres como una peste del patriarcado. Hay muchos estudios de lo masculino, hablan de lo que es ser hombre, o la ubicación del mismo en un mundo que se hace llamar posmoderno, a sabiendas que aun vive en la modernidad y pre-modernidad. Darle una voz a la masculinidad, más allá de lo que puede indicar biológicamente lo masculino, o de una hegemonía masculina aceptada.
Si la antropología y las demás ciencias sociales proclaman la diversidad, los estudios multidisciplinarios, la resistencia, la emancipación es momento en que nos encontremos con los estudios de la masculinidad, pero no como un estudio aparte, pero si como campo que debe estar incluido cuando se habla de género o teorías Queer, o en la misma academia, no para señalarlo con el dedo índice y juzgador; las teorías femeninas no cuestionaron la masculinidad como un par, sino como un enemigo, y ese es el vacio que encuentro.
Sí hay estudios de la masculinidad, hay antropólogos, sociólogos, filósofos que se preguntan qué es lo masculino, pero este cuestionamiento es muy reciente, ¿por qué se habían olvidado de él?
Amo ser mujer, amo la generalización de lo femenino, los tacones, el rosado, el perfume, el cabello largo, las faldas cortas, el esmalte rojo, pero amo lo masculino lo viril, y por ese amor es hora de saber que dice la academia y las teorías de él.
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